Como dormir a una Bailarina

 

Como dormir a una Bailarina



Con aterciopelada profundidad, La Bailarina estira infinitamente sus brazos hacia el cielo violáceo. 

La torpe brisa enrulada del atardecer sumerge su piel erizada en un floral silencio con olor a frutilla. 

Una inmensa copa de sauce llorón se sacude con cada plié, al ritmo de las lágrimas de rocío desorientadas con la imagen de su blanca tez. 

La fina punta de sus dedos repasan la retirada del  sol conformando la melodía más rara que las abejas con insomnio hayan escuchado. 

Vibra el altruista limonero como un acordeon confundido echando sus frutos al aire, totalmente entregado al sonido. 

Las luciérnagas con bufanda y las vanidosas rosas flotan a su alrededor y trenzan su cabello en movimiento, con los restos de fuego del despidiente sol. 

Sordas chicharras susurran secretos a las hojas de otoño que olvidaron quienes eran. Y justo en ese instante de tormentosa tensión...

La Bailarina besa intensamente al sol cuando la luz de la naciente luna bosteza tras su jirafesco cuello.

Se desploma hechando una exhalación de campanas en el amarillento pastizal de miel. 

Las tres marías la acunan suavemente,

las estrellas servirán de bienvenida, a la curiosa y calma noche, temerosa de sí misma.

Buenas noches, Bailarina. 

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